Presentamos el blog

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Un grupo de profesores y profesoras muy próximos a la Biblioteca tomamos la iniciativa de confeccionar este blog que se presenta con la finalidad de compartir experiencias en torno a la lectura. Es intención de los creadores de este blog que sea abierto a toda la Comunidad Educativa, tanto en la confección de las entradas como en los comentarios que puedan hacerse sobre los temas que se traten. Os invitamos a participar y convertiros en sus protagonistas.

lunes, 27 de febrero de 2017

Ganadores del Certamen de microrrelatos del IES Aljada

Con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino el Departamento de Lengua del IES Aljada convocó un certamen de microrrelatos instantáneos al que se presentaron bastantes alumnos y alumnas del centro con inquietudes y aptitudes literarias. Provistos únicamente de un bolígrafo y de su imaginación e ingenio, estos aprendices de escritores se enfrentaron al desafío de escribir en tan solo media hora un microrrelato en el que debían aparecer dos de las siguientes palabras seleccionadas al azar: amor, fresa, mariposa y circo. ¿Os veis capaces?

Os presentamos a continuación los relatos premiados para que disfrutéis de su lectura.
 ¡Enhorabuena a los microescritores ganadores!


Categoría: primer ciclo de ESO

Ganador: Carmen López Navarro, 1º de ESO

El circo de los fresales

Estaba tumbada pensando en su primer amor. Las fresas tenían un color salmón que indicaba que nos indicaba que aún no estaban maduras.
La protagonista era una trapecista llamada Ai (amor en japonés). Era una chica joven que trabajaba en el circo de su padre, un circo no muy lejano a la ciudad de Madrid. Tenía muchos compañeros, pero había un chico que hacía que su corazón latiese aceleradamente. Este se llamaba Isaac, era esbelto y pelirrojo.  Su trabajo en el circo era de domador de leones. Isaac era el protagonista del circo.  Su actuación era la más importante y ansiada.
Dicho esto, continuemos con la historia… Era un día soleado y brillante, una brisa mañanera le revolvía el pelo rubio a Ai. No obstante, ella sentía que algo iba mal, se acercó a los fresales y arrancó una fresa, estaba amarga y ácida.
Cuando le tocaba actuar a Isaac, no parecía ser el mismo chico de alta autoestima. ¡Estaba nervioso! Algo le pasaba, pero ¿el qué? Entró al escenario y justo cuando pisó en el escenario, los leones se transformaron en hermosas mariposas. Era mágico; fue un espectáculo magnífico.

Pero a la mañana siguiente, encontraron el cuerpo de Isaac que yacía al lado de los rosales. Isaac no era humano, era un hombre mariposa. Ai quedó destrozada, no pudo aguantar la depresión que se avecinaba y tumbada junto a su amado, se suicidó.  
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Accésit: Elizabeth White, 2º de ESO

Entró con mucho miedo. No es que fuera cobarde ni que fuera siempre con miedo, pero algo le decía que algo aterrador se acercaría.
Entró al circo con mucho miedo. Los leones le aterraban y los elefantes con sus grandes orejas le daban escalofríos. Nunca antes había visitado ese sitio, pero por como lo describían era una cárcel. En su tiempo libre leía las noticias y veía animales que se escapaban o acróbatas que morían, pero el circo en realidad era aún más espantoso.
Lo que le espantaba era ver a animales tan grandiosos como un rey y tan valientes como un noble arrancados de sus hábitats y utilizados como juguetes. Él sabía que no lo hacían con mala intención, como cuando él cazaba mariposas por diversión, pero esto era más serio, más cruel, más inhumano.
Solo con pensar todo esto se ponía a temblar y poco a poco fue hacia la puerta, haciendo un último esfuerzo para no rendirse y entrar en aquel lugar. Tras intentos fallidos de tratar de ver algo por las diminutas ventanas con gruesas rejillas, consiguió reunir el valor para abrir la puerta que abriría ante él disgustos.

Esta vez entró, con mucho miedo, con pocas ganas.

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Categoría: segundo ciclo de ESO

Ganador: Paula Escudero Martínez, 3º de ESO

Antes de todo, lo siento si huele a cerrado, hacía tiempo que nadie se alojaba aquí, y menos con la intención de quedarse.
Si entras aquí, notarás que falta alguna neurona por amueblar, si miras a tu izquierda verás una jaula con varias mariposas apagadas, cansadas de merodear por vidas ajenas.
Esas cajas de allí llevan los años que te busqué y los que te pienso seguir encontrando.
Verás varias lejas vacías, ya que he dejado espacio para que te acomodes; la primera leja estaba llena de errores y la segunda de ganas de no equivocarme otra vez.
El espacio es tan acogedor como me permite mi honestidad, ni muy grande para meter mentiras ni muy pequeño como para inundarlo de lágrimas.
Los cables de electricidad van conectados a cada una de tus sonrisas. ¡Y qué gusto saber que tengo el corazón en un puño, un puño que no era el mío!
Por cierto, no acababa de funcionar bien la lavadora, hay cosas que necesitan más de un lavado.
Eso sí, no te preocupes por las sábanas que las mías lo aguantan todo.
Aquí no vienes a rendir cuentas, vienes a rendirte tú.
Aquí no vienes a compartir a nadie, vienes a compartirme a mí.

Así que, ya ves, esto es un circo: en cada rincón hay sorpresas inesperadas  y sonrisas cansadas de ser usadas.
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Categoría: Bachillerato

Ganador: Laura Ruiz Omedes, 1º de Bachillerato

¿Quién plasma estas palabras en esta hoja de papel? Todo el mundo diría que la escritora de este microrrelato; pero muchos se sorprenderían al saber que están equivocados.
La respuesta es fácil pero a la vez impensable para una persona que sólo es capaz de ver con sus ojos.
Se trata de la tinta de mi boli. Gracias a ella he escrito las mejores historias de mi camino vivido. Ella expresa mi amor por estas hojas llenas de palabras que relatan experiencias, palabras por fin hechas realidad tras haber revoloteado antes en mi cabeza como mariposas. A veces su vuelo es manso y cuando salen a través de la tinta, hacen poesía. En otras ocasiones se alborotan y desean ser las primeras en salir, da igual de qué forma. Poseen tal enfado que se transforman en garabatos, garabatos que se asemejan a feroces fieras de circo. Todas ellas tienen vida y ofrecen un espectáculo. Sin ellas la función de mi vida se quedaría sin actor principal ni lugar donde existir.Resultado de imagen de escritor escribiendo poemas


Accésit: Ramón Gullón Murcia, 1º de Bachillerato:

¿Por qué como mariposa vivo en un circo y no en otro espacio?
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martes, 21 de febrero de 2017

Ganadores del XXV CERTAMEN DE RELATO BREVE DEL IES ALJADA

Como todos los años, y ya van nada menos que veinticinco, la biblioteca del IES Aljada convocó un certamen literario en la modalidad de cuento o relato breve con motivo de las fiestas de Secundaria. Se establecieron dos categorías: una, para alumnos de 1º y 2º de ESO, y otra, para el resto de los alumnos. 

En ambas categorías se presentaron trabajos de gran calidad, por lo que felicitamos desde aquí a todos los aprendices de escritores que participaron en el certamen. Las ganadoras fueron: 

                Carmen Gil Mateos y Lucía Morales González, de 2º de ESO

               Rosalía González Hernández , de 1º de Bachillerato

                                                     ¡¡¡ENHORABUENA!!!

              Aquí tenéis los relatos premiados, para que podáis disfrutar con su lectura.



El Valle de las Estrellas Fugaces

                                 Carmen Gil Mateos
  

Hola, soy Cristina. Tengo 15 años y vivo en el Valle de las Estrellas Fugaces. Vivo con mi familia cerca de las montañas. Mis padres se dedican a la plantación y cultivo estrellitas, las plantas de donde procede la tela estrellada. De ahí sacamos el dinero. Después de clase voy a pescar un buen rato y de lo que pesco guardo la mitad y la otra mitad la vendo a cambio de verduras o carne cuando tengo una buena pesca. Mi hermana pequeña, Belén, no puede hacer nada de eso todavía porque sólo tiene ocho años. 

No tenemos que preocuparnos por pagar una hipoteca, ni un alquiler, ni nada por el estilo. El Valle de las Fugaces tiene muchos años de antigüedad y los primeros habitantes construyeron nuestras casa con sus propias manos y después se han ido reparando y adaptando. Hay un río llamado Aruges que nace en la Sierra de Tron y desemboca justo enfrente. El río es muy especial porque cada dos semanas el sentido de su corriente cambia. Como si el nacimiento se tragase al río. El río también es la única forma de salir y entrar en el valle. Por eso los comerciantes, viajeros  o estudiantes que salen al extranjero son los que mejor conocen el flujo. El río divide al Valle en dos partes. Las Fugaces Este y las Fugaces Oeste. El instituto en el que estudio está en las Fugaces Este y mi casa en la Fugaces Oeste.

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Aquella mañana me levanté temprano como siempre para ir al instituto. Preparé el desayuno para mi familia, desayuné con ellos, cogí mi caña de pescar y me encaminé al instituto. En diez minutos me encontraba frente al río. El río no tiene ningún puente. Tiene una rareza: no permite construir puente. Muchas personas lo intentaron, pero los puentes siempre se acaban cayendo y hundiendo. Cubrí mis botas con una malla de tela estrellada. Lo curioso de la tela estrellada es que nunca se moja, por eso nosotros la usamos para cruzar. Crucé el río y me quité la malla. 

Seguí mi camino hasta casa de Miguel y Natalia. Llevo con ellos desde primero de primaria. Paso siempre por su casa para dejar mi caña y de vuelta del colegio vamos a pescar juntos. Ellos son hermanos mellizos. Aunque no son los típicos hermanos que están siempre peleándose y picándose. Se llevan como uña y carne. Su madre nos llamaba los Tres Mosqueteros cuando eramos pequeños. Miguel es alto y moreno, en cambio Natalia es más bajita y con el pelo castaño claro. Sin embargo, los dos tienen unos ojos azules brillantes idénticos. Anduvimos hasta el instituto mientras hablábamos de cosas triviales. 

El instituto no es muy grande, pero si lo suficiente para que haya una clase por curso. Es parecido a una pequeña mansión y con las paredes de un marrón rojizo. Entramos al oír la campana. Al llegar nos extrañó la presencia del Señor Blaiton. El Señor Blaiton es el residente más anciano. Todo el valle lo conoce o ha oído hablar de él. Antiguamente se dedicaba a transportar marineros fuera de la ciudad. Tras su jubilación empezó a ayudar a los jóvenes marineros y a enseñarles el flujo de las aguas de río y cómo navegarlas. Es un hombre alto y robusto. Su pelo corto está cubierto de canas y su rostro es risueño y afable. Llevaba la camisa metida por dentro de los vaqueros.

-Bien, clase, ¡prestad atención!- dijo el Señor Reinol, nuestro tutor. -Hoy ha venido el señor Blaiton para hablarnos sobre las estrellitas en nuestra clase de historia. -Se puso bien sus redondas gafas. -También nos contará una historia sobre el valle. Prestad atención puesto que os haré una prueba mañana.

-Buenas, muchachos, -dijo con su ronca pero alegre voz- como bien ha dicho vuestro profesor, estoy aquí para hablaros de las estrellitas.
 Pasó una hora contando cosas que yo ya sabía, pero fue su siguiente historia la que no sólo me impactó a mí, sino a todos los de la clase.

- La historia que os voy a contar es sobre cómo llegaron las estrellitas al valle. -Su mirada se tornó oscura. - Por aquellos tiempos el valle pasaba por una época de crisis y no sabíamos cómo superarla. Decidimos abandonar el valle para irnos a vivir cada uno por nuestra cuenta. Pero el río, de repente, invirtió su corriente...

-¿El río no cambiaba antes su flujo cada dos semanas? - Le interrumpió Miguel con un brillo curioso en sus ojos.

-¡No, claro que no! Ahora si nadie más me interrumpe...- lanzó una mirada asesina a mi amigo- continuaré con mucho gusto. Estábamos impresionados, pero no teníamos tiempo para esas preocupaciones. Después apareció una barca con un muchacho de más o menos vuestra edad con una maceta en sus manos. Naturalmente, por entonces, no sabíamos que lo que llevaba en sus manos era una planta de estrellitas. Bajó de la barca, la plantó y pronto empezaron a salir estrellitas muy rápidamente. ¡Estábamos estupefactos! El muchacho las regaba con agua del río. Nos contó qué eran esas plantas, para qué servían y lo que se podía hacer con ellas. Decidimos no marcharnos y quedarnos con las plantas para cultivarlas, venderlas y así conseguir sacar al valle adelante. Meses más tarde, cuando ya estábamos recuperados, el joven desapareció. Lo único que nos dijo fue que se llamaba Marcos y que lo encontraríamos en el nacimiento del río. Jamás fuimos a buscarle, nadie estaba tan loco para adentrarse en la Sierra de Tron. Así es cómo llegaron las estrellitas al valle  y cómo el río empezó a correr en diferentes sentidos.

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Cuando terminó de hablar todos nos miramos con caras de perplejidad. No tuvimos más tiempo de extrañarnos, porque en ese momento sonó la campana anunciando el final de la jornada.

Fuimos a casa de los mellizos, cogimos las cañas y nos marchamos al río, cada uno sumido en sus pensamientos. En mitad de nuestra pesca Natalia, alarmada, nos llamó a Miguel y a mí.

-¡Chicos, mirad!- gritó con desesperación.

Cuando nos giramos, nos llenamos de extrañeza. ¡Las estrellitas estaban marchitándose!. Minutos después no quedaba ni una sola. No fuimos los únicos que se dieron cuenta. Todo el valle estaba fuera de sus casas observando con horror cómo se marchitaban.
Horas más tarde hubo una reunión en el Ayuntamiento donde todos estábamos reunidos.

-¡Busquemos las semillas que quedan!- bramaban algunos.

-Será mejor que abandonemos el valle, no tenemos nada de lo que vivir sin las estrellitas -se oía por otro lado.

De pronto se oyó un estruendo proveniente de la puerta. Plantado allí estaba el Señor Blaiton. Con paso firme entró en el salón, subió al atril y anunció:

-Debemos dirigirnos al nacimiento del río, allí encontraremos a Marcos. Él sabrá cómo ayudarnos. Necesito voluntarios para llegar hasta allí aprovechando la subida del río.

Al ver que nadie se ofrecía voluntario, cogí las manos de mis amigos, las levanté y dije con voz firme:

-¡Nosotros!

La gente nos miró estupefacta y sorprendida. Se les oía murmurar. Subí al atril decidida a argumentar nuestra tarea.

-Sé que no va a ser la misión más fácil de todas ni la más bonita, pero necesitamos rescatar el valle. Este ha sido y seguirá siendo mi hogar. No pienso dejar que unas montañas y un río nos detengan.

-No saldréis vivos ninguno de los tres y nos tendremos que marchar  igualmente.

-Tengo miedo, pero voy porque estoy dispuesta a salvar el único lugar al que me enorgullezco de llamar hogar.

Después de eso la gente se puso de nuestro lado y nos dio su apoyo. Mis padres desde luego me daban su apoyo y ánimo y a Miguel y Natalia no les importó que también les ofreciese voluntarios.

Partimos varios días después. Atravesamos la Sierra sin ningún problema. El problema surgió cuando tuvimos que buscar el nacimiento. Hubo un lugar al que ya no podía llegar el barco y nos vimos en la obligación de abandonarlo.

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Estuvimos andando siguiendo el curso del río, hasta el anochecer, cuando acampamos para dormir. Llevábamos varios días andando hasta que llegamos a un lugar en el que el río se comía a sí mismo, tal y como decían las leyendas. Admirando estábamos el río, cuando vimos a un anciano hablando con una ardilla. Si antes estábamos alucinado, ahora creíamos estar delirando. El señor se quedó mirándonos y nosotros a él hasta que Natalia le habló:

-¿Es usted el señor Marcos?- dijo.

-En efecto, muchacha, ese soy yo, para servirla.

-Le necesitamos, somos del Valle de las Estrellas Fugaces y hemos venido a buscarle. Es una urgencia.

-¿Por qué iba yo a ayudar a esos miserables que no saben cómo cuidar una pequeña flor? Salvé a ese valle y esto el lo que hacen; mandarme a unos críos para que los rescate otra vez. Yo era un joven soñador e ilusionado. Había creado una planta con unas dotes increíbles. Viajaba por todo el mundo cuando llegué al valle y me encontré con un pueblo que necesitaba mi ayuda. Naturalmente, les ayudé. Cuando vi que se valían por sí solos me fui. La Sierra de Tron es mi hogar, junto con toda esta naturaleza.

-¡Pero el destino del valle esta en sus manos!- dijo Natalia.

-Esta bien, pero a cambio vuestro pueblo me debe algo- dijo Marcos.

-De acuerdo- zanjó Natalia con decisión.

En menos de tres días llegamos al valle. Nos recibieron con felicitaciones. Marcos observaba con detenimiento a cada una de las personas. Entonces divisó a lo lejos al señor Blaiton y lo saludó. Lo reconoció a pesar del tiempo transcurrido. El alcalde también saludó a Marcos y le puso al corriente de las situación, cosa que ya habíamos hecho nosotros, pero no le dimos importancia.

Marcos se acercó al río y cogió agua. Empezó a regar planta a planta con mucho cariño. Poco a poco el valle volvió a teñirse de esa mezcla entre el verde del tallo y el lila de los pétalos. Todas las flores habían sido salvadas.

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Cuando terminó Marcos carraspeó y dijo firmemente:

-Esta será la última vez que os ayudo, ¡pueblo de ignorantes y egoístas!. Os regalé una planta mágica que sólo existe aquí y esto es lo que hacéis con ella. Los regalos deben cuidarse y compartirse. ¡Hasta el río os regaló su magia! Para que las estrellitas no se vuelvan a marchitar tenéis que regarlas cuando el río se dirija a la montaña y por supuesto siempre con mucho cariño.-hizo una pausa- ¡Ahora debéis devolverme el favor.

La gente asintió con la cabeza.

-Dejadme experimentar con las plantas de vuestro pueblo, para poder investigar nuevas plantas y poder ayudar a otros pueblos. Es lo mínimo que podéis hacer.

Desde ese día todo el valle colaboró en el cultivo de las estrellitas. Todos aprendimos a entender al río. De vez en cuando se oían explosiones procedentes de la casa de Marcos y eso nos hacía reír. La vida mejoró para todos en el valle. Teníamos a nuestro propio científico loco. Más de una vez vino al instituto a darnos clase de botánica. Y así señores es como se salva un valle mágico, con plantas únicas y un río que se mueve como le da la gana.







BÚSCALE  HUECO
Rosalía  González  Hernández

L
a ventisca de nieve cada vez es más intensa. En el interior de la humilde cabaña, las chispas de la chimenea rompen el silencio que predomina durante toda la tarde. Sobre el suelo, una niña de apenas cinco años colorea las figuras que su abuela le ha dibujado anteriormente.
-         ¿El sol es amarillo?
-         Sí, cariño.
-         Abuela, ¿y el árbol?
-         Verde, ese de ahí – señala uno de los lápices.
-         ¿Y este? ¿Este para qué es?
La niña coge una cera negra. La mira extrañada y se la devuelve a la anciana.
-         No me gusta.
-         ¿No? Pero es igual que las demás. El negro es un color muy importante, aunque no lo creas. Verás:
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“Cuenta una antigua leyenda que hace miles de años, cuando todavía no existía ni la más diminuta mota de polvo, dos seres inmortales gobernaban en la inmensa soledad del vacío. El dios Hacco intuía en la tristeza de su hijo que este se sentía terriblemente solo. Fue por eso que decidió crear un mundo donde poder distraer sus sentidos.
 Así que en apenas una semana, el laborioso trabajo de “La Creación” se puso en marcha. Poco a poco, los delicados movimientos que el dios realizaba con su dedo índice daban forma a un nuevo proyecto. Levantó montañas y marcó senderos; cavó gigantescos hoyos que más tarde rellenó con toneladas de agua; cubrió la tierra con árboles que formaron inmensos bosques; creó el viento, las nubes y el sol; el hielo y el fuego, así como el frío y el calor. Incluso se atrevió con algo que creían imposible: dar vida. Primero, empezando con los animales, inventó millones de razas, unas más grandes que otras, más poderosas, rápidas o fuertes. Unas de tierra y otras acuáticas, con alas o patas, plumas o pelo. Todas con características diferentes.
Más tarde, apareció la raza humana. Fue complicado hacer miles de réplicas, con distinto pensamiento y físico. Así que en esta última peculiaridad no puso tanto empeño. Un cuerpo esbelto para cada persona, de cabellos suaves y piel fina y pura.
Al séptimo día, cuando pensaban que todo estaba terminado, el niño planteó una duda a la que Hacco no había dado importancia.
-         Padre, creo que falta algo.
El dios, pensando en las divinas creaciones que hizo para su hijo, no veía ningún fallo.
-         ¿De qué se trata, Zonder?
-         Has creado un mundo de líneas y siluetas vacías. Un mundo sin contrastes.


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¡Era cierto! Hacco había estado tan ocupado ideando seres, que se olvidó de darles profundidad y pigmentación. Pero el dios estaba demasiado cansado para ilustrar cada una de sus creaciones. Así que, con un último movimiento de dedo, hizo aparecer una caja de pinturas. La inmensa variedad de tonos que brillaban en el interior dejó boquiabierto al niño.
-         Ahora te toca a ti. Puedes utilizarlos todos. Ve y colorea cada elemento como más te guste.
Zonder, sin pensarlo dos veces, salió al exterior y comenzó a cumplir órdenes de su padre. Tenía tantas gamas para utilizar, que se mostraba indeciso al intentar elegir solo una.
Con una gran pincelada cubrió de azul el cielo. El sol…, el sol sería amarillo. El más brillante que hubiera. Así iluminaría a todas horas y en todas partes. Utilizó al completo la paleta de verdes que tenía para darle color a los pinos, palmeras, tomillos y retamas…; las nubes blancas; el fuego anaranjado; y para los animales mezcló grises, ocres y marrones en su infinidad de tonos. Rojos, amarillos, púrpuras y celestes impregnaron los pétalos de las flores y dieron vida al campo. Sentía tanta emoción que se atrevió a utilizar todos los colores juntos y así vio brillar en el cielo un arcoíris inmenso… Hombres y mujeres lucían cabellos dorados, ojos  verdes, azules o acaramelados, con la tez pura y rosada.

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Cuando el niño volvió junto a su padre, le entregó satisfecho la caja de pinturas. Todas estaban usadas, menos una.
-         ¿Y este? ¿Por qué no has utilizado el negro?
-         No me gusta. Es demasiado oscuro y triste. Mires donde mires, es mejor encontrarse colores vivos y resplandecientes. Además, no encaja en ningún sitio.
-         Como tú quieras, hijo. Esta labor era tuya y la has hecho maravillosamente.

Al cabo de unos días, donde antes rebosaba alegría y felicidad, ahora no había más que discusiones. Los animales se enfrentaban entre sí muy a menudo, las plantas se estaban marchitando, las personas se volvieron irritables… ¿Qué estaba pasando? El dios no había creado el odio, la muerte ni el desprecio.
Poco tiempo después, se dio cuenta del problema. Sin la oscuridad, los animales y las personas eran incapaces de conciliar el sueño. Estaban tan cansados que perdían el juicio. Y las plantas morían debido a la ausencia de negros nubarrones  que no dejaban caer la lluvia sobre ellas.

Así que, sin perder tiempo, Hacco volvió a entregarle las pinturas a su hijo para solucionar lo ocurrido. El niño creó las sombras, la oscuridad y la noche. En el cielo negro trazó una esfera albina, brillante, y millones de puntitos incandescentes. Así entre la opacidad siempre habría minúsculas bombillas encendidas que restarían temor a las tinieblas.
¿Y por qué no? Su osadía no encontraba límites y Zonder se atrevió a crear matices entre la raza humana, a través de la que esparció diversas pinceladas de tonos oscuros. Y se le antojó que eso era bello.  
La paz y la tranquilidad volvieron a gobernar en ese mundo en el que, a pesar de todo, cada cual tenía su sitio.”


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Han pasado varias horas y ya ha caído la noche. La fuerte ventisca que antes golpeaba las ventanas ha cesado. Junto al fuego, la abuela acaba de narrar la historia de aquella leyenda tan mágica como cierta, mientras su nieta, que la ha estado escuchando, concluye su trabajo con satisfacción.
 La anciana acaricia repetidamente el rostro de la pequeña y no tarda en percatarse de que se ha quedado dormida. Con cuidado, la acurruca en el sofá y extiende una gruesa manta de lana sobre ella. Se arrodilla y recoge del suelo el dibujo de la niña. Al mirarlo, susurra suavemente para sí:
-         ¿Ves, cariño? Todo tiene su hueco. Solo hay que saberlo encontrar.
 Y balaceando levemente la cabeza, no puede evitar sonreír. 


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