Porque
un libro no sirve solo para leer. Sirve también para que su peso tranquilice
las manos lectoras, para subrayar y ajar sus páginas con el uso, para regalar
el ejemplar leído a personas a las que quieres. Para ver amarillear sus páginas
con los años sobre los viejos subrayados que hiciste cuando eras distinto a
quien ahora eres. Para decorar -no hay cuadro ni objeto comparable en belleza-
una habitación o una casa. Para amueblar una vida.
Arturo Pérez
Reverte, Un muchacho con un libro
No hay comentarios:
Publicar un comentario